“MADRE MÍA, YA VES COMO ESTAMOS”
ORACIÓN POR LAS VOCACIONES - MAYO 2019
MONICIÓN Bien sabido es por todas las Siervas de María la gran devoción y amor que Santa María Soledad tenía a la Santísima Virgen. Toda su biografía está llena de frases que nos lo indican. En este mes de mayo nos unimos toda la Provincia en oración por las Vocaciones teniendo nuestra mirada fija en María.
EVANGELIO. Juan 2,1-12 “Se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y no tenían vino, porque se había acabado el vino de la boda. La dice a Jesús su madre: “No tienen vino”. Jesús le responde: “¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora”. Dice su madre a los sirvientes: “Haced lo que Él os diga”. Había allí seis tinajas de piedra puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús “Llenad las tinajas de agua”. Y las llenaron hasta arriba. “Sacadlo ahora y llevadlo al maestresala”. Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era, llama al novio y le dice: “Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora” Así comenzó sus signos Jesús en Caná de Galilea, manifestó su gloria y creyeron el Él sus discípulos.”
REFLEXIÓN: Este texto del Evangelio nos puede ayudar a orar por las vocaciones. Todos acuden a Caná para celebrar una fiesta. Todos están ahí para disfrutar. Y podemos creer que nadie se percata de la situación. Sólo María. Ella, como buena Madre, está atenta a las necesidades de los demás. En este caso de los novios. Sabe de su gran apuro. Y también sabe dónde se encuentra la solución. Por ello acude con gran confianza a su Hijo. “HACED LO QUE ÉL OS DIGA” También hoy, en este momento de tanta necesidad en la Iglesia, acudimos a María. Y como Madre Soledad le decimos: “Madre Mía, ya ves cómo estamos” Y no sólo nosotras. Es toda la Iglesia la que necesita que los jóvenes se encuentren con Jesús y le sigan con generosidad.
SILENCIO MEDITATIVO
CANTO
LA VIRGEN MARÍA EN NUESTRA VIDA. “Nota característica de la espiritualidad de las Siervas de María, como era de Nuestra Santa Madre Soledad y de las que nos han precedido en el Instituto, ha de ser una sólida y ferviente devoción Mariana que traduciremos en alabanza filial y en fiel imitación de sus virtudes” El Sí de la Virgen es una constante ascensión de su persona hacia Dios. Este es el gran misterio. María de Nazaret tiene plena conciencia del don de Dios; la espontaneidad generosa al recibir la gracia y su donación total, manifiestan la riqueza de su vida interior y el abandono total en la providencia” (P. Larrinaga)
PETICIONES:
- Por el Papa Francisco: para que no cese en su empeño de contagiarnos la fuerza de Jesús Resucitado.
- Por los gobernantes de todos los países: que trabajen por promover la paz, la justicia, y una vida digna para todos.
- Por todas las Siervas de María: para que amemos mucho a María y Ella sea nuestro modelo en la vida.
- Por los jóvenes: para que encuentren en Jesús el camino que les lleve al Padre.
- Por las jóvenes que se encuentran en nuestros centros de formación: para que amen cada día más a Santa María Soledad e imiten sus virtudes y su gran confianza en Dios.
- Por nuestras Hermanas mayores y enfermas: para que unan su sufrimiento al de Jesús y lo ofrezcan por el aumento de vocaciones.
CONCLUSIÓN Nos sirven como conclusión estas palabras del Papa Francisco en su Exhortación Apostólica GAUDETE ET EXULTATE, nº 176: “Quiero que María corone estas reflexiones, porque Ella vivió como nadie las bienaventuranzas de Jesús. Ella es la que se estremecía de gozo en la presencia de Dios, la que conservaba todo en su corazón y se dejó atravesar por la espada. Es la santa entre los santos, la más bendita, la que nos enseña el camino de la santidad y nos acompaña. Ella no acepta que nos quedemos caídos y a veces nos lleva en sus brazos sin juzgarnos. Conversar con Ella nos consuela, nos libera y nos santifica. La Madre no necesita de muchas palabras, no le hace falta que nos esforcemos demasiado para explicarle lo que nos pasa. Basta musitar una y otra vez: “Dios te salve María…”