Respondiendo a la disposición del señor Obispo de Almería de recaudar fondos para la construcción de la Casa Madre, las Siervas salieran por las Diócesis de España, llegaron hasta la de Barcelona Sor Concepción Gomis y Sor Estrella Calatayud.
Fueron hospedadas solícitamente estas Hermanas durante el mes y medio que duró la póstula, en el Hospital de transeúntes que en Barcelona frecuentaban las Hijas de la Caridad.
En uno de los días que salieron, siguiendo el orden de los distritos fueron a parar al almacén de Don Luis Uset, acreditado comerciante y socio de las Conferencias de San Vicente de Paúl. Fue él quien, valorando la aportación que las Siervas de María podrían suponer para los enfermos, organizó esta fundación: habló con Doña Dolores Lluch, hermana del señor Arzobispo de Sevilla interesándola en la obra y él mismo escribió a Madre Soledad para informarle sobre los pasos que se daban en esta fundación tan anhelada por la misma Madre.
Madrid, 29 de diciembre de 1880
A don Luis Uset
Señor don Luis G. Uset. Muy señor mío y de todo mi respeto:
Las Hermanas Siervas de María, Sores Concepción Gomis y Estrella Calatayud han regresado felizmente a esta su casa gracias a Dios, y me han referido la buena disposición en que se halla Barcelona para hacer una fundación de nuestro Instituto y el interés especial que usted ha manifestado para que se efectúe, y que desea tener antecedentes para su realización. El prospecto que incluyo podrá dar a usted noticia del objeto del Instituto y de la ocupación de las Siervas de María y el modo de desempeñar la misión. Además tengo que advertir a usted que fue aprobado y confirmado por el inmortal Papa nuestro santísimo Padre Pío IX, y que las veinte Comunidades que actualmente cuenta, todos los Prelados y autoridades civiles lo protegen, como Instituto de utilidad pública, y el excelentísimo e ilustrísimo señor Obispo de esa Diócesis, a quien se ha hablado de fundar en esa ciudad, ha manifestado su beneplácito.
El modo de hacerse nuestras fundaciones es, por lo general, de unirse cierto número de personas piadosas, que buscan recursos para alquilar una habitación para ocho o diez Hermanas, que son las que por de pronto se instalan; prepararles camas y lo más preciso para que empiecen a vivir, todo lo más modesto posible; fomentar una suscripción, que es de lo que se mantiene, y pagarles por un año el alquiler de la habitación. Como por las Constituciones de este Instituto no pueden exigir un céntimo por sus servicios, pues sus asistencias a enfermos han de ser gratuitas y esmeradas, al principio hay que ayudarlas, hasta que ellas, por el crédito que se granjean en el desempeño de su misión, van adquiriendo conocimientos y simpatías, que les proporcionan limosnas.
Según me dicen las Hermanas citadas, la señora Marquesa de Setmenat ayudará lo que pueda en recoger suscripciones. Reciba usted expresiones de dichas Hermanas. Celebro tener esta ocasión, etcétera.
Sor Soledad Torres.