La presencia en Barbastro de las Siervas de María se remonta al 31 de octubre de 1889, dos años después de la muerte de la Fundadora, Madre Soledad Torres Acosta. Fueron los canónigos: D. José Trucharte, Deán de la catedral, D. José Laplana, Doctoral y D. Lorenzo Larios, Magistral, quienes, habiendo conocido los servicios esmerados y gratuitos que las Siervas de María prestaban a los enfermos en sus domicilios, en Zaragoza, animados por su espíritu de caridad y viendo la necesidad que había en Barbastro de esos mismos servicios, se sintieron impulsados a solicitar de Madre Josefa Díaz, Superiora General y sucesora de Madre Soledad, fundar una casa en esta ciudad. Madre Josefa Díaz accedió a esta solicitud y envió a las primeras Siervas de María: Madre Carmen Montañés, Superiora, Sor Urbana Ros, Sor Desamparados Vidando y Sor Ovidia Azcárate.
En principio se instalaron en una pequeña casa de C/ La Seo, 4 a la espera de conseguir recursos para cambiar de casa. Gracias a un fondo benéfico administrado por los mismos solicitantes de la fundación, el 23 de abril de 1894 se puso la primera piedra de la nueva casa situada en la calle Las Fuentes, nº 31 a la que se trasladaron el 1 de febrero de 1895, sin terminar todavía, ya que vivían en mucha estrechez y penuria.
Las Siervas de María y con ellas la Iglesia de Barbastro quieren agradecer al Señor porque, a lo largo de estos 125 años han pasado por esta querida ciudad, siendo instrumentos de su misericordia; con la generosa entrega de sus vidas han hecho visible su presencia en muchos Hogares y varios Centros donde, los enfermos, han percibido el consuelo, la paz, la esperanza, la misericordia, la sanación total que Jesús quiere seguir regalando a todos los hombres, a través de gestos sencillos y llenos de amor.
Al coincidir la fecha aniversario, el 31 de octubre, con la celebración del XXV Capítulo General del Instituto, se trasladó la conmemoración al 9 de noviembre del mismo año. El acto central del día fue la solemne Eucaristía, celebrada en la Iglesia parroquial de San Francisco de Asís, parroquia a la que pertenecen las Siervas. Fue presidida por el Sr. Obispo D. Alfonso Milián. Con él concelebraron D. Pedro Escartín, Vicario General y D. José Mª Garanto, titular de la parroquia con otros Sacerdotes.
Madre Provincial, Soledad Tellechea, encabezó la representación de numerosas Hermanas procedentes de varias casas de la Provincia a la que pertenece Barbastro. El Alcalde de la ciudad, D. Antonio Cosculluela acompañó a sus “vecinas de toda la vida” entre ellas Sor Josefina Jáuregui que tiene 91 años y vino desde Burlada para “estar en Barbastro” donde pasó 42 años de su vida religiosa y se le considera “una institución”. La Coral Barbastrense dirigida por D. Julio Broto que desde tiempo inmemorial es el Capellán de la Comunidad, solemnizó la ceremonia.
D. Alfonso Milián se refirió a las Siervas en términos de gratitud y devoción por los 125 años de servicio en Barbastro” y como un regalo de Dios para atender las necesidades de los enfermos. En la homilía destacó la hermosura y grandeza de nuestro carisma. En clave coloquial, se refirió a las Siervas, como “mujeres trasnochadoras fuera de casa dedicadas a los cuidados de enfermos a quienes ayudan incluso a bien morir”. Al mismo tiempo resaltó su apoyo y colaboración a las familias de los enfermos. “La sociedad necesita estas personas de trabajo y adoración nocturna. Barbastro se ha beneficiado de su labor durante 125 años y debe estar muy agradecido por esta tarea servicial de caridad y adoración”.
En la ofrenda participaron religiosas y feligreses que presentaron junto con los instrumentos de trabajo – un tensiómetro y unas jeringas- un donativo para los pobres, el vino y el pan y once rosas blancas, una por cada Hermana residente en la casa de Barbastro. El broche emotivo fue la entrega a Madre Provincial del pergamino con la Bendición Apostólica del Papa Francisco con motivo del 125 Aniversario de Fundación de la Casa de Barbastro. También el Sr. Obispo D. Alfonso, les entregó una solemne Bendición para las Siervas de María Ministras de los Enfermos. Los Sacerdotes y feligreses de la Parroquia les entregaron una placa grabada conmemorativa de la fecha.
Madre Provincial, al final de la ceremonia, dio las gracias en nombre propio y de la Congregación, a Dios por todos los beneficios recibidos a lo largo de estos 125 años de permanencia de las Siervas de María en esta querida ciudad de Barbastro; por habernos confiado la importante y hermosa misión de acompañar y cuidar a los enfermos que sufren en el lecho del dolor y de la muerte, reproduciendo así en cada Sierva de María, el icono de María junto a la Cruz de su Hijo Jesús. Agradeció también al Sr. Obispo, al Párroco y demás Sacerdotes concelebrantes, Al Sr. Alcalde y a todas las familias que nos acompañaron en esta celebración.
Aprovechó este momento para animar a las jóvenes a seguir a Jesús tras las huellas de Santa María Soledad, pues vale la pena de gastarse y desgastarse sirviendo al Señor en los hermanos que sufren.
Concluida la Misa los asistentes fueron invitados a pasar a las salas parroquiales donde fueron obsequiados con abundantes y variados aperitivos, obsequio de la parroquia y las Hermanas les entregaron un sencillo detalle consistente en un calendario y un llavero como recuerdo.
Mucho nos habría gustado tener entre nosotras a Madre General en esta conmemoración pero por razones de agenda no pudo ser aunque si se hizo presente a través de la vía telefónica.
A continuación nos trasladamos al restaurante Los Pirineos donde ya teníamos preparado un espléndido banquete. Asistieron como invitados de honor el Sr. Obispo, varios sacerdotes y el numeroso grupo de Siervas de María y otras personas amigas de la Comunidad. La comida estuvo muy animada con coplas, música de violín y algunas joticas.
A medida que se acercaba el día los medios de comunicación quisieron hacerse presentes entrevistando a las Hermanas en T.V. para dar a conocer nuestra misión. También el Diario del Alto Aragón publicó sendos artículos acompañados de fotografías de la Comunidad y de la casa. La noticia se expandió rápidamente entre los ciudadanos y todos vibraban en sintonía con las Siervas.