El Papa dice a los universitarios: 'Si uno no aprende a llorar, no es un buen cristiano'
El día 18 de enero de 2015, domingo, sobre las 10,45 hora local, el papa Francisco se dirigió a unos treinta mil jóvenes reunidos en el campus de la Pontificia y Real Universidad de Santo Tomás, fundada hace más de cuatrocientos años por el dominico español Miguel de Benavides, tercer arzobispo de Manila. El encuentro, una Liturgia de la Palabra, alternó canciones, breves lecturas bíblicas y los testimonios de unos jóvenes.
Al dirigirse a todos los presentes, el Santo Padre comenzó dándoles una noticia triste: “Ayer, mientras estaba por empezar la misa, se cayó una de las torres, como esa, y al caer hirió una muchacha que estaba trabajando, y murió. Su nombre es Kristel. Ella trabajó en la organización de esa misa; tenía 27 años; era joven como ustedes. Trabajaba para una asociación que se llama Catholic Relief Services; era una voluntaria”, relató.
Después de un minuto de oración en silencio, el Pontífice y los jóvenes rezaron un 'Ave María' por Kristel y un 'Padre Nuestro' por sus padres. “Era hija única. Su mamá está llegando de Hong Kong. Su papá ha venido a Manila a esperar a su mamá”, señaló.
En su discurso, Francisco hizo notar también que las presentaciones fueron hechas principalmente por chicos y lamentó la poca presencia de mujeres. “Las mujeres tienen mucho que decirnos en la sociedad de hoy. A veces somos demasiado machistas, y no dejamos lugar a la mujer”, apuntó.
La única joven en tomar la palabra fue Glyzelle Palomar, que era una 'niña de la calle' hasta que fue rescatada y acogida en el hogar que visitó el Papa el pasado viernes. Durante su intervención, a la pequeña de 12 años se le saltaron las lágrimas al preguntar ¿por qué sufren los niños?
En este sentido, Francisco explicó que “la mujer es capaz de hacer preguntas que los hombres no terminamos de entender”. “Ella, hoy, ha hecho la única pregunta que no tiene respuesta. Y no le alcanzaron las palabras, necesitó decirlas con lágrimas”, prosiguió. “Así que, cuando venga el próximo Papa a Manila, que haya más mujeres", enfatizó. Todos los presentes aplaudieron la sugerencia del Pontífice argentino.
El Santo Padre agradeció el testimonio sobre la dura vida en las calles de Jun y Glyzelle, y animó a los jóvenes a “aprender a llorar”. Porque “Jesús, en el Evangelio, lloró”, recordó. “¡Si vos no aprendéis a llorar, no sois un buen cristiano!”, enfatizó. “Ciertas realidades de la vida se ven sólo con los ojos limpios por las lágrimas”, indicó. “Aprendamos a llorar como ella nos enseñó hoy”, insistió.
El Pontífice valoró también las palabras de Rikki, un ingeniero electrónica de 29 años, que fue voluntario en la zona destruida por el tifón Haiyan e inventó la Luz Nocturna Solar. Tras apreciar su entrega, invitó a los jóvenes a no sólo ayudar a los pobres sino además a “aprender a mendigar de aquellos a quienes damos”.
En respuesta a la pregunta de Leandro sobre la sobrecarga de información y de aparatos tecnológicos, el Santo Padre afirmó que estar informado “es bueno y ayuda”, pero “aprender a amar” es la asignatura más importante en la vida.
Por eso, llamó a la juventud filipina a “amar y dejarse amar”. Con buen humor, les animó también a no tener la “psicología del ordenador”. Es decir, creer que uno lo sabe todo y tiene todas las respuestas. Para evitar esta tentación, les pidió “dejarse sorprender por Dios, que siempre nos ama primero”.
“Corremos el riesgo de convertirnos en 'jóvenes museo', que tienen de todo, pero no saben qué hacer. No necesitamos jóvenes museos, sino jóvenes sabios”, alertó. “Para esto el Evangelio nos propone un camino sereno, tranquilo: usar los tres lenguajes. El lenguaje de la mente, el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos. Y los tres lenguajes armoniosamente”, subrayó.
Por último, el Papa lanzó a los jóvenes los tres desafíos que deben afrontar: mantener la integridad, proteger el medioambiente y ayudar a los pobres. Debido al mal tiempo Francisco tuvo que ponerse de nuevo el impermeable de plástico amarillo para saludar a algunos de los jóvenes en la explanada y realizar después el traslado a la nunciatura en el vehículo panorámico descubierto.